Sentencia del
Tribunal Supremo de 14 de octubre de 2014 (D. Andrés Martínez Arrieta).
PRIMERO.- La sentencia objeto de la presente censura casacional
condena al recurrente y otro como autores de un delito continuado de estafa. Se
declara probado que los dos acusados, en unión de un tercero no enjuiciado,
idearon un sistema por el que allegar fondos que eran parte de la compraventa
de vehículos de alta gama que los acusados vendían, "siendo el caso que ni
uno ni otro en ningún momento tuvieron intención alguna ni de entregar los
vehículos ni de devolver el dinero entregado pues su única finalidad fue la de
engañarlos bajo la apariencia de una fingida relación comercial". Relata
que son dos perjudicados, el segundo con varios vehículos, y que se sustituyen
en el accionariado, aun conservando el recurrente el dominio funcional de la
empresa pese a la venta de sus participaciones sociales.
Formaliza un primer motivo en el que denuncia la
vulneración de su derecho a la presunción de inocencia. Sostiene el recurrente
que no se ha practicado actividad probatoria de signo incriminatorio y la
practicada no permite la acreditación de la participación en los hechos del
recurrente.
De acuerdo a nuestra jurisprudencia, por todas STS
42/2014 de 5 de febrero y las que cita SSTS. 867/2013 de 28.11, 1126/2006 de
15.12, 742/2007 de 26.9 y 52/2008 de 5.2, cuando se alega infracción de este
derecho a la presunción de inocencia, la función de esta Sala no puede consistir
en realizar una nueva valoración de las pruebas practicadas a presencia del
Juzgador de instancia, porque a éste solo corresponde esa función valorativa,
pero si puede este Tribunal verificar que, efectivamente, el Tribunal "a
quo" contó con suficiente prueba de signo acusatorio sobre la comisión del
hecho y la participación en él del acusado, para dictar un fallo de condena,
cerciorándose también de que esa prueba fue obtenida sin violar derechos o
libertades fundamentales y sus correctas condiciones de oralidad, publicidad,
inmediación y contradicción y comprobando también que en la preceptiva
motivación de la sentencia se ha expresado por el Juzgador el proceso de su
raciocinio, al menos en sus aspectos fundamentales, que le han llevado a
decidir el fallo sin infringir en ellos los criterios de la lógica y de la
experiencia (STS. 1125/2001 de 12.7).
Así pues, al Tribunal de casación le corresponde
comprobar que el Tribunal ha dispuesto de la precisa actividad probatoria para
la afirmación fáctica contenida en la sentencia, lo que supone constatar que
existió porque se realiza con observancia de la legalidad en su obtención y se
practica en el juicio oral bajo la vigencia de los principios de inmediación,
oralidad, contradicción efectiva y publicidad, y que el razonamiento de la
convicción obedece a criterios lógicos y razonables que permitan su
consideración de prueba de cargo. Pero no acaba aquí la función casacional en
las impugnaciones referidas a la vulneración del derecho fundamental a la
presunción de inocencia, pues la ausencia en nuestro ordenamiento de una
segunda instancia revisora de la condena impuesta en la instancia obliga al
Tribunal de casación a realizar una función valorativa de la actividad
probatoria, actividad que desarrolla en los aspectos no comprometidos con la
inmediación de la que carece, pero que se extiende a los aspectos referidos a
la racionalidad de la inferencia realizada y a la suficiencia de la actividad
probatoria. Es decir, el control casacional a la presunción de inocencia se
extenderá a la constatación de la existencia de una actividad probatoria sobre
todos y cada uno de los elementos del tipo penal, con examen de la denominada
disciplina de garantía de la prueba, y del proceso de formación de la prueba,
por su obtención de acuerdo a los principios de inmediación, oralidad,
contradicción efectiva y publicidad. Además, el proceso racional, expresado en
la sentencia, a través del que la prueba practicada resulta la acreditación de
un hecho y la participación en el mismo de una persona a la que se imputa la
comisión de un hecho delictivo (STS. 299/2004 de 4.3). Esta estructura racional
del discurso valorativo si puede ser revisada en casación, censurando aquellas
fundamentaciones que resulten ilógicas, irracionales, absurdas o, en definitiva
arbitrarias (art. 9.1 CE), o bien que sean contradictorias con los principios
constitucionales, por ejemplo, con las reglas valorativas derivadas del
principio de presunción de inocencia o del principio "nemo tenetur" (STS.
1030/2006 de 25.10).
Doctrina esta que ha sido recogida en la STC. 123/2006 de
24.4, que recuerda en cuanto al derecho de presunción de inocencia, art. 24.2
CE que "se configura en tanto que regla de juicio y desde la perspectiva
constitucional, como el derecho a no ser condenado sin pruebas de cargo
validas, lo que implica que exista una mínima actividad probatoria, realizada
con las garantías necesarias, referida a todos los elementos esenciales del
delito y que de la misma quepa inferir razonablemente los hechos y la
participación del acusado en ellos. En cualquier caso es doctrina consolidada
de este Tribunal que no le corresponde revisar la valoración de las pruebas a
través de las cuales el órgano judicial alcanza su intima convicción,
sustituyendo de tal forma a los Jueces y Tribunales ordinarios en la función
exclusiva que les atribuye el art. 117.3 CE . sino únicamente controlar la
razonabilidad del discurso que une la actividad probatoria y el relato fáctico
que de ella resulta. De modo que sólo podemos considerar insuficiente la
conclusión probatoria a la que hayan llegado los órganos judiciales desde las
exigencias del derecho a la presunción de inocencia si, a la vista de la
motivación judicial de la valoración del conjunto de la prueba, cabe apreciar
de un modo indubitado, desde una perspectiva objetiva y externa, que la versión
judicial de los hechos es más improbable que probable. En tales casos, aún
partiendo de las limitaciones ya señaladas al canon de enjuiciamiento de este
Tribunal y de la posición privilegiada de que goza el órgano judicial para la
valoración de las pruebas, no cabrá estimar como razonable, bien que el órgano
judicial actuó con una convicción suficiente, más allá de toda duda razonable,
bien la convicción en sí (STC. 300/2005 de 2.1, FJ. 5).
En definitiva, el ámbito del control casacional en
relación a la presunción de inocencia se concreta en verificar si la motivación
fáctica alcanza el estándar exigible y si, en consecuencia, la decisión
alcanzada por el Tribunal sentenciador, en sí misma considerada, es lógico,
coherente y razonable, de acuerdo con las máximas de experiencia, reglas de la
lógica y principios científicos, aunque puedan existir otras conclusiones
porque no se trata de comparar conclusiones sino más limitadamente, si la
decisión escogida por el Tribunal sentenciador soporta y mantiene la condena, -
SSTC 68/98, 85/99, 117/2000, 4 de Junio de 2001 ó 28 de Enero de 1002, ó de
esta Sala 1171/2001, 6/2003, 220/2004, 711/2005, 866/2005, 476/2006, 528/2007
entre otras-.
Así acotado el ámbito del control casacional en relación
a la presunción de inocencia, bien puede decirse que los Tribunales de
apelación, esta Sala de Casación o incluso el Tribunal Constitucional en cuanto
controlan la motivación fáctica de la sentencia sometida a su respectivo
control, actúan verdaderamente como Tribunales de legitimación de la decisión
adoptada en la instancia, en cuanto verificar la solidez y razonabilidad de las
conclusiones alcanzadas, confirmándolas o rechazándolas -- SSTS de 10 de Junio
de 2002, 3 de Julio de 2002, 1 de Diciembre de 2006, 685/2009 de 3 de Junio-y
por tanto controlando la efectividad de la interdicción de toda decisión
inmotivada o con motivación arbitraria."
En el caso presente el tribunal ha dispuesto de la
precisa actividad probatoria que resulta de la documentación de las ventas de
los vehículos, la realidad documentada de la venta de la sociedad que
regentaba, las declaraciones del coimputado sobre la continuación en el negocio
por el recurrente, pese a la venta aparente de las acciones y las declaraciones
de los perjudicados sobre los hechos, las urgencias que expresaba para obtener
el desplazamiento económico propiciando importantes reducciones si se pagaba la
integridad de la adquisición y la posterior desaparición del recurrente sin
avisar del cambio de empresa. El tribunal lo explica y motiva razonadamente en
la fundamentación de la sentencia respecto a la que el recurrente se limita a
propugnar otra valoración distinta de la del tribunal que en la motivación da
cuenta de las declaraciones incriminatorias del coimputado y perjudicados y de
la documental sobre la que basa la convicción declarada probada.
El tribunal de instancia valora las declaraciones oídas
en el juicio y las relaciona con la documentación, sin que esa función pueda
ser sustituida por la valoración del recurrente ni por esta Sala que debe
constatar la racionalidad de la función jurisdiccional. Procede, tras constatar
la racionalidad expresada en la motivación de la sentencia, desestimar la
impugnación.
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