Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de enero
de 2016 (D. Rafael Sarazá
Jimena).
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SÉPTIMO.- Decisión de la sala.
Desestimación de los motivos.
... 2.- Para la resolución de estos
motivos, esta sala debe partir de los hechos fijados por la sentencia de la
Audiencia Provincial, no de los fijados en la sentencia del Juzgado de Primera
Instancia que hayan sido modificados al resolverse el recurso de apelación.
La Audiencia Provincial, como hemos
declarado en el primer fundamento de esta sentencia, afirmó que el contrato
cuya nulidad se solicita advertía, en caracteres tipográficos resaltados, que
era de riesgo elevado y que el cliente podía perder parte o la totalidad de la
inversión («CON LA FIRMA DEL CONTRATO EL TITULAR CONCIERTA UNA OPERACIÓN
FINANCIERA DE RIESGO ELEVADO, QUE PUEDE GENERAR UNA RENTABILIDAD POSITIVA PERO
TAMBIÉN PÉRDIDAS DEL IMPORTE INVERTIDO. LA DEVOLUCIÓN DEL IMPORTE INVERTIDO Y
LA RENTABILIDAD DE LA INVERSIÓN ESTÁN VINCULADAS A LA EVOLUCIÓN BURSÁTIL DE LAS
ACCIONES ORDINARIAS DEL ACTIVO SUBYACENTE, Y, POR TANTO, SE PUEDEN PRODUCIR
PÉRDIDAS DEL IMPORTE INVERTIDO EN LOS SIGUIENTES CASOS...»).
Consideró asimismo que el
demandante, por su experiencia inversora, era una persona que conocía el mundo
financiero y manejaba productos de riesgo, puesto que llevaba años gestionando
una cartera de valores y diferentes productos bancarios, en concreto, una
cartera de valores nacionales y extranjeros, y fondos de inversión, y tenía
concertado un contrato de gestión de cartera discrecional con BBVA. De hecho,
la oferta de este producto vino determinada porque el cliente quiso resolver
las relaciones contractuales que desde 1996 mantenía con BBVA, trasladar sus
fondos a otros bancos y buscar inversiones más rentables, pues el demandante y
su hijo estuvieron estudiando depósitos a plazo y no les satisfacían.
También ha afirmado la Audiencia
Provincial que el demandante mantenía un volumen de inversión de cierta
relevancia (ingresó en diciembre de 2006 un efecto bancario por importe de
550.792,39 euros). Pese a carecer de estudios, era ayudado en la gestión de su
patrimonio por su hijo, ingeniero técnico industrial.