Sentencia del
Tribunal Supremo (2ª) de 20 de mayo de 2020 (Dª. Ana María Ferrer García).
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SEGUNDO: Afirma el recurrente que los hechos
declarados probados por la sentencia de instancia, que la de apelación no
modificó, no reúnen los presupuestos de tipicidad del delito de maltrato animal
del artículo 337.4 CP, por el que ha sido condenado. De un lado, porque de la
propia redacción del artículo se infiere que el mismo exige que se trate de
malos tratos infligidos en el curso de un espectáculo no autorizado legalmente,
circunstancia por completo ajena a los hechos narrados como probados, pues ni
la escena se desarrolló en un espectáculo y mucho menos ilegal ni cruel. Por
otro, porque considera que el menoscabo grave a la salud del animal que
requiere el tipo básico del artículo 337.1 CP es también aplicable al delito
leve y sin embargo en este caso no se da.
1. El nº 4 del artículo 337 CP fue incorporado por la LO 1
/2015, que suprimió el libro III dedicado a las faltas, si bien recuperó como
delitos leves algunos de los comportamientos hasta entonces contenidos en
aquel. Y así ocurrió con la antigua falta contra los intereses generales del
artículo 632.2 CP, que con idéntica redacción pasó a conformar el citado
apartado 4.
Las dificultades interpretativas
generadas por esta figura habían sido puestas de relieve por la jurisprudencia
de las Audiencias, dando lugar a soluciones dispares. Si bien no existían
importantes discrepancias en la delimitación de la acción típica
"maltratar cruelmente", si respecto a las condiciones en que se dispensaba
la tutela penal. La ambigua fórmula "a animales domésticos o a cuales
quiera otros en espectáculos no autorizados legalmente", alimentó la
polémica respecto a la existencia o no de un doble nivel de protección. Es
decir, si se confería un tratamiento diferenciado a favor de los animales
domésticos, cuyo cruel maltrato quedaría encuadrado en la órbita del precepto
cualquiera que fuera el lugar donde se desarrollara, frente al que afectaba a
los animales que no encajan en esa categoría, cuya tipicidad quedaba condicionada
a que la desconsiderada agresión tuviera lugar en espectáculos no autorizados
legalmente. O si, por el contrario, este último presupuesto locativo afectaba a
unos y a otros, lo que relegaba al ámbito administrativo el maltrato de
animales domésticos sin proyección a terceros.
Polémica que ahora reproduce el
recurso, que se alinea con la interpretación que defiende la atipicidad de los
hechos en cuanto que no se desarrollaron en espectáculo alguno.
En principio la redacción del
precepto admitiría la doble interpretación expuesta. Sin embargo, aunque con
algunas excepciones de las que son exponentes las SSAP de Santander (sección
3ª), 199/2013 de 7 de mayo; de Burgos (sección 1ª), 115/2015 de 6 de abril; y
de Cádiz (sección 3ª), 238/2015 de 2 de septiembre, alineadas con la tesis del
recurrente, mayoritariamente las Audiencias Provinciales se decantaron por la
postura que mantiene la resolución recurrida(entre otras, SSAP de Lleida
(sección 1.ª) 399/2005 de 31 de octubre; de Barcelona (sección 9º) 382/2007 de
24 de octubre; de Zamora (sección 1.ª) 73/2008 de 12 de diciembre; de
Pontevedra (sección 4ª) 116/2008 de 5 de junio; de Huesca (sección 1ª) 51/2009
de 15 de abril; de Granada (sección 1ª) 344/2010 de 26 de mayo; de Madrid
(sección 27ª) 60/2010 de 9 de julio; de Burgos (sección 1ª) 290/2011 de 26 de
septiembre; de Palma de Mallorca (sección 3ª) 100/2011 de 22 de febrero; de
Tarragona (sección 2ª) 202/20011 de 22 de marzo; de Valladolid (sección 2ª)
60/2015 de 19 de marzo; de Tarragona (sección 4ª) 116/2018 de 27 de marzo.
Este segundo criterio fue
implícitamente respaldado por la STS 183/2012 de 13 de marzo al confirmar
íntegramente la SAP de Tarragona (sección 2ª) 202/20011 de 22 de marzo, que
había condenado por falta del artículo 632.2 CP a quien en el contexto de un robo
en domicilio particular propinó una patada a un perro pequeño propiedad de la
moradora, estampándolo contra la pared y matándolo. También por el ATS
2139/2010 de 2 de diciembre de 2010, que inadmitió a trámite el recurso de
casación interpuesto contra la SAP de Madrid (sección 27ª) 60/2010 de 9 de
julio. Esta última había condenado como autor de una falta del artículo 632.2
al agresor que en un escenario de violencia de género, dio muerte al cachorro
de tres meses propiedad de la víctima, partiéndolo por la mitad al golpearle
con un extintor con el que previamente la había atacado a ella cuando se
encontraba en su domicilio. La muerte del animal se produjo en el descansillo
de la escalera. En este caso el auto afirmó expresamente "la calificación
jurídica de estos hechos como constitutivos de una falta del art 632.2 del CP,
es totalmente correcta". Conviene aclarar, ante la brutalidad de ambos
sucesos, que la data de los hechos en los dos casos se remonta al año 2009, es
decir, antes de la reforma que en el artículo 337.1 CP operó la LO 5/2010
suprimiendo de la descripción del tipo básico el término
"ensañamiento" que tanto había dificultado su aplicación. Por lo que
comportamientos que en la actualidad encajarían sin dificultad en la modalidad
del artículo 337.1, quedaron relegados a la falta de la que el actual delito
leve es heredero.
2. Ahora también refrendamos esta interpretación. Como
apuntaron la mayor parte de las sentencias citadas, y también el Fiscal al
impugnar ahora el recurso, el grafema o es una conjunción disyuntiva que denota
diferencia, separación o alternativa entre dos o más personas, cosas o ideas.
Esta conjunción no siempre implica opciones excluyentes y de hecho a menudo
alude a condiciones indistintas e incluso compatibles, siendo el contexto el
que le asigna valor particular en cada caso.
Y es precisamente ese contexto el
que nos aboca a considerar que en este caso el legislador la utilizó para
distinguir un supuesto de otro. Esto es, los animales domésticos de los que no
lo son, pues de haber querido, como pretende el recurrente, sancionar el
maltrato de animales domésticos y de cualesquiera otros solo cuando el de ambos
se produjera en espectáculos públicos no autorizados, le hubiera bastado con
redactar el precepto aludiendo al maltrato de cualquier animal en espectáculos
públicos no autorizados legalmente, sin necesidad de redundar en dos
categorías.
La distinción es muy significativa y
conduce a la interpretación diferenciada de las conductas, máxime si reparamos
en que lo contrario obstaculizaría la protección penal de los animales
domésticos, en cuanto relegaría a simple infracción administrativa el maltrato
cruel en el ámbito privado, que resulta precisamente el más propicio para ello.
Por último, no podemos olvidar que
cuando la LO 1/2015 incorporó el apartado 4 del artículo 337 CP en el año 2015,
las Audiencia Provinciales habían interpretado mayoritariamente la falta del
artículo 632.2 en el sentido expuesto, que parte de un distinto nivel de
protección penal a favor de los animales domésticos respecto a los que no lo
son. Y así lo había refrendado esta Sala en las dos ocasiones, pese a que en la
jurisdicción y en la doctrina se habían alzado algunas voces discrepantes. Si
el legislador no zanjó entonces la polémica introduciendo mayor claridad en el
enunciado, y mantuvo idéntica la redacción a sabiendas del alcance que la
jurisprudencia le había otorgado, es porque esa línea argumental colmaba
fielmente el objetivo de la norma, en un marco legal que ha desplazo la
consideración patrimonial de los animales para focalizar el núcleo de la
prohibición alrededor de conductas que generan su sufrimiento.
3. El tipo que nos ocupa se encuentra en relación de
subsidiariedad expresa con los que le preceden en el artículo 337. Así señala
"fuera de los supuestos a que se refieren los apartados anteriores de este
artículo, maltrataren cruelmente....". Es decir, quedan fuera de su ámbito
de aplicación aquellos casos en que, a consecuencia del cruel maltrato, se
causare la muerte del animal (artículo 337.3) o "lesiones que menoscaben
gravemente su salud" (artículo 337.1).
Una visión integrada del texto penal
aconseja una interpretación homogeneizadora. Por ello, a la hora llenar de
contenido un concepto valorativo como el de grave menoscabo a la salud, lo más
plausible es establecer un parangón con las figuras penales de similares
perfiles, en este caso las que protegen la integridad física de los humanos:
los delitos de lesiones. Esta parece ser la pauta seguida por el legislador a
la vista de la similitud en el enunciado de las modalidades agravadas previstas
en uno y otro caso. El artículo 337.2 incluye como tales las mismas que los
artículos 148 y ss. Tanto aquellas que lo son por la entidad del menoscabo
físico (artículo 149), las que se refieren a los medios comisivos (empleo de
instrumentos peligrosos de los artículos 148.1), a los modos de ejecución (el
ensañamiento artículos 148.2), o aquellas orientadas a proteger a los menores,
como el perpetrar el hecho a su presencia (153.3).
En esta línea, a la hora de
concretar lo que deba entenderse por menoscabo grave de la salud al que alude
el artículo 337.1 CP, un primer enfoque nos proyectaría sobre el concepto de
"grave enfermedad" que, cuando de humanos se trata, el artículo 149 equipara
a la pérdida o inutilidad de un sentido, órgano, o miembro principal. Sin
embargo, tal opción no puede acogerse linealmente porque "la pérdida o
inutilidad de un sentido, órgano o miembro principal" están
específicamente previstos como presupuestos de agravación en el apartado 2 del
artículo 337 que, aun sin sustantividad independiente como ocurre en el delito
de lesiones graves del artículo 149, elevan la pena a la mitad superior.
Partiendo de tales premisas la
lógica aconseja interpretar la modalidad básica del artículo 337.1 como
proyección de su equivalente cuando del delito de lesiones se trata (artículo
147.1), con imprescindibles modulaciones. Tomando como referencia el que se
erige como concepto normativo básico en el delito de lesiones, el tratamiento
médico o quirúrgico, será necesario que el animal requiera para su curación
tratamiento veterinario, más allá del que se agota en una primera asistencia.
Ahora bien, ese único presupuesto abarcaría detrimentos de la salud que
difícilmente soportarían el calificativo de graves, lo que exige un plus que
dependerá de las circunstancias del caso. Este podrá venir determinado por
diversos factores. Entre ellos, sin afán de fijar un catálogo exhaustivo,
habrán de valorarse la intensidad de la intervención veterinaria requerida; si
hubiera exigido o no hospitalización; el riesgo vital generado por la herida o
su potencialidad para acelerar significativamente procesos degenerativos; el
periodo de tiempo durante el cual el animal haya estado imposibilitado para el
desempeño de la actividad propia de su especie; y las secuelas o padecimientos
permanentes. Sin olvidar que, si éstos últimos conllevan la pérdida de un
sentido, órgano o miembro principal, necesariamente determinaran la imposición
de la pena en su mitad superior (artículo 337.2).
Todo lo que por defecto no tenga
encaje en el concepto así perfilado, quedará abarcado por el delito leve del
artículo 337.4. CP, que ni siquiera exige que se haya llegado a causar lesión.
La acción típica del delito previsto
en el artículo 337.4 es maltratar cruelmente. El maltrato no solo comprende los
ataques violentos, sino todos los comportamientos que, por acción u omisión,
sean susceptibles de dañar la salud del animal. No requiere el tipo la
habitualidad, pero el adverbio modal "cruelmente" añade una nota de
dureza o perversidad, de gratuidad en la actuación que permita deducir una
cierta complacencia con el sufrimiento provocado. Presupuesto que podrá
cumplirse, bien con un proceder aislado de suficiente potencia, o con una
reiteración de actos que precisamente por su persistencia en el tiempo
impliquen un especial desprecio hacia el sufrimiento y dolor susceptibles de
irrogar.
4. Los presupuestos de tipicidad expuestos concurren en el
caso que se somete nuestra consideración. La secuencia fáctica que nos vincula
describe que el acusado agarró al perro de raza bodeguero andaluz de nombre
" Topo" con una cuerda por el cuello, lo levantó en el aire, y
teniéndolo en volandas, le propinó repetidos golpes con una vara de las de arrear
vacas. Actitud en la que persistió desatendiendo los ruegos de la menor que
presenció los hechos, y que fue la que había llamado al perro para jugar. El
animal resultó las importantes lesiones que se describen.
La prohibida reformatio in peius
veta un juicio de subsunción que pudiera agravar la condena. Pero lo que
resulta incuestionable es que la acción desarrollada por el acusado, alcanzó el
nivel de perversidad que justifica su consideración como maltrato cruel, que
por afectar a un animal doméstico colma por si sola la tipicidad del artículo
337.4 por el que aquel viene condenado.
El recurso de desestima.
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